Antes que nada, quiero expresar con total sinceridad que soy un amante del aspecto ofensivo del deporte y que, generalmente, a la hora de mirar un juego (sea en el deporte que sea) tengo que estar totalmente identificado con algún participante del mismo. Está aclaración la hago para tener en cuenta la perspectiva desde donde me enfocaré y poder transmitir cómo afectó este tema sobre mis gustos personales. Poniéndonos en contexto, hacemos un viaje virtual al pasado para situarnos en el año 2014. Nuestros Buffalo Bills eran totalmente lo opuesto a lo que vivimos hoy en día. La franquicia navegaba por las oscuras aguas de 14 años sin poder entrar a los playoffs de la NFL, totalmente dominados en la División Este de la Conferencia Americana por los New England Patriots de Brady, Belichick y compañía. Con la muerte de Ralph Wilson, dueño y fundador del equipo, los fantasmas de una compra de la franquicia y una relocalización en un mayor mercado nacional o internacional rondaban por las tierras gélidas de Western New York. En la parte estrictamente deportiva, iniciaba su segundo año el que se supondría sería nuestro quarterback franquicia, EJ Manuel. Y mediante unos trades para avanzar puestos en primera ronda seleccionaban a quien también se suponía sería un jugador franquicia, el receptor rookie Sammy Watkins. La plantilla estaba comandada por el Head Coach Doug Marrone, que iniciaba su segundo año al frente de la misma. Acompañado por el coordinador ofensivo Nathaniel Hackett (hoy Head Coach de Denver Broncos) y el puesto de Coordinador Defensivo quedaba vacío, ya que Mike Petine se marchaba a ocupar el puesto de HC en Cleveland Browns. Está vacante sería ocupada por Jim Schwartz, quien había sido despedido de su cargo de HC en Detroit Lions. Jim Schwartz & Doug Marrone – syracuse.com Los Buffalo Bills de ese entonces, además de ser un equipo sufrido, era un equipo de temporadas siempre mediocres. Particularmente, en ofensiva, era todo muy difícil y costaba mucho trabajo y sufrimiento encadenar series ofensivas largas, llegar a la zona roja y anotar touchdowns. Por esos años era tendencia la búsqueda de “dual threat QBs”. Por ese motivo, seleccionaron a EJ Manuel, ya que Wilson, en Seattle; Kaepernick, en SF; Newton, en Carolina y Griffin III, en Washington le daban pelea a los Brady, Manning, Rodgers y Brees para ver quién se quedaba con el dominio y el estilo de juego que se impondría en la liga por los siguientes años. La ofensiva Bills de ese entonces, fiel a su filosofía histórica (que gracias a Dios, Josh Allen y Brian Daboll la sepultaron y espero que para siempre) trataba de establecer siempre el juego terrestre, para luego sorprender con algún pase y hacerles las cosas más fácil al joven QB. Lo cual no siempre resultaba, entonces debían terminar las series confiando en la precisa y certera pierna de Dan Carpenter. Todo este contexto hacía que ver a la ofensiva Bills fuera extremadamente difícil y de repente, lo que para mí era la parte más aburrida del juego, o sea la defensa, se convirtiese en algo muy atractivo. La llegada del Coordinador Defensivo Jim Schwartz y su filosofía defensiva hizo “el milagro”. Jim Schwartz alzado por sus jugadores – mlive.com El famoso “Cold Front” es el nombre que utilizan los meteorólogos para denominar a las tormentas que se forman en el lago Erie y descargan su furia de frío y nieve sobre la ciudad de Buffalo, fue el mismo nombre que utilizó la prensa al hacer referencia a la línea defensiva de los Buffalo Bills. Una línea defensiva compuesta por 4 integrantes y no estamos hablando de cualquier línea defensiva, sino que de los 4 jugadores, 3 fueron elegidos al Pro Bowl, y 2 de esos 3 jugadores fueron elegidos All-Pro. Nos referimos a Mario Williams, Marcell Dareus, Kyle Williams y Jerry Hughes. La filosofía de Schwartz era un defensiva con mucha presión al QB contrario, partiendo de una línea muy dominante que se imponía por sí sola, las cargas o blitz de LB’s o DB’s eran cotidianas y en la mayoría de los casos llegaban al QB, lo cual hizo que la defensiva Bills fuera la número 1 en la liga en el apartado capturas de QB con 54 sacks en la temporada. (Estadísticas de las últimas 5 temporadas: 27 sacks 2017; 36 sacks 2018; 44 sacks 2019; 38 sacks 2020 y 42 sacks 2021). Este estilo de defensiva agresiva era muy linda de observar, diría que era más satisfactoria que cuando la ofensiva tenía la posesión. Su manera de presionar, de llegar al QB para la captura o al menos un hit hacía que los QBs rivales padecieran. Ir a jugar de visitante al Ralph Wilson Stadium era ir a sufrir, porque la afición se encendía cuando tocaba defender y la defensa, generalmente, hacía su trabajo. La victoria sobre los Ravens de Flacco, que eran los campeones del último Super Bowl, la imagen de Johnny Manziel tirado en su propia end zone, que fue una especie de meme en su momento cuando -creo- los memes todavía no estaban instalado del todo, y que Aaron Rodgers fuera interceptado dos veces por un desconocido Bacarri Rambo nos habla de cómo uno disfrutaba ver tal show. Con una línea de élite, no era necesario tener super estrellas detrás de ellos, los linebackers eran Preston Brown, Brandon Spikes y Nigel Bradham, los safeties Aaron Williams y Da’Norris Searcy mientras que los dos cornerbacks eran Stephon Gilmore y Corey Graham. “One Man Club” Kyle Williams, bien flanqueado – sportsnet.ca Otra diferencia que noto con el sistema actual es que los jugadores prácticamente no rotaban, salvo que fuera por una lesión o en algún momento del partido por cansancio, siempre era la misma formación y el mismo sistema. Tal vez fuese porque se dependía mucho de lo que hiciera la defensa para poder ganar, ya que en ofensiva estaban muy lejos de contar con Josh Allen y compañía. Lamentablemente, los Buffalo Bills y más… Continue reading EL “COLD FRONT” DE BUFFALO BILLS