Introducción El domingo, con las cámaras de la CBS como testigos, el Highmark Stadium de la localidad neoyorquina de Orchard Park será el escenario de uno de esos partidos a los que acuden dos equipos con los guiones totalmente cambiados. Las Vegas Raiders, tras un duro y equilibrado encuentro, salió victorioso de Mile High, arrebatando la primera victoria del año a los Denver Broncos de Sean Payton. Por su parte, Buffalo Bills, en el partido que cerraba la jornada, salía derrotado, en una agónica prórroga y tras un encuentro pésimo, frente a unos New York Jets, sin Aaron Rodgers. Absolutamente nadie dijo que las cosas fueran sencillas y, lógicamente, los cambios cuestan, no surgen solo de las buenas artes de un prestidigitador. Sean McDermott y Ken Dorsey, analizando fríamente el desempeño del equipo, a ambos lados del ovoide, sobre el emparrillado del MetLife Stadium, han apostado por un cambio, por una regeneración en el estilo del juego -ofensivo y defensivo- de Buffalo Bills. No obstante, en una competición tan equilibrada y dura como la NFL, el tiempo es la gran némesis de los nuevos proyectos… y Buffalo Bills se está quedando sin él. Una nueva derrota, ante las huestes aleccionadas por Josh McDaniels, pondría muy cuesta arriba la temporada para la franquicia sita en el noroeste de Nueva York. Por tanto, Josh Allen -cuya actuación en el pasado Monday Night- nos evocó, lamentablemente, a aquel infausto Wild Card frente a Houston Texans, mostrando a un individuo totalmente dominado por las pasiones y con nula gestión de los sentimientos, y todo el equipo han de salir a por todas, tratando de conseguir el primer triunfo de la campaña. Sea como sea… No hay excusas. Solo las especies más fuertes se adaptan y triunfan. Ya lo dijo el científico Charles Darwin. Buffalo Bills ha de sobrevivir, adaptarse, mutarse y erigirse en un equipo que sepa sufrir, creer, luchar… y ganar. Ese debe ser el ADN de Sean McDermott y sus mesnadas. nbcnews.com Ataque. Decían los estoicos que solo se puede ser feliz si nos dejamos llevar por la razón y superamos los deseos, las pasiones y los miedos. Según esta escuela filosófica, el ser humano tendría que alcanzar un estado, que ellos identificaban con el término apatheia, es decir, la ausencia de la pasión. En la madrugada del pasado martes, fuimos testigos de una de las peores actuaciones individuales de la carrera de Josh Allen. El natural de Firebaugh entró, tras un buen primer cuarto, en un estado de bucle, de rapto emocional, que lo llevó a dar su peor versión, siendo responsable, no solo de tres interceptaciones y un fumble, sino de un estado de ansiedad y nerviosismo, con el que arrastró a todo el equipo, y que degeneró en la primera derrota del año. Requerimos de la mejor versión de Josh este domingo. Hemos hablado mucho de la necesidad de un mentor que hable constantemente con Allen y que trate de relajarlo, especialmente, tras una mala decisión. En el pasado partido ante Jets, solo Stefon Diggs, en un momento determinado del encuentro, fue a hablar con Allen, trató de calmarlo y, presumiblemente, intentó tranquilizarlo, centrándose en sus bondades como quarterback. Esta función no la ejercieron ni McDermott ni Dorsey ni Brady. Cuesta entender que, en una franquicia de tantos millones de dólares, no se sepa leer la necesidad que tiene Allen de un gestor de sus pasiones y emociones. En Wyoming, esta función era ejercida por Craig Bohl. En la primera etapa de Allen en Bills, Brian Daboll cumplía este papel de mentor. Tras el adiós del preparador canadiense, hemos sido testigos de una involución en el juego de Josh, marcado por las malas decisiones sobre el emparrillado, el nulo control en la gestión de las emociones y la necesidad de ganar partidos en el primer drive. Josh ha de abandonar su capa de súper héroe y analizar fríamente cada snap, lógicamente, sin abandonar ese momentum· de potro salvaje, que radica en su ADN y que lo hace un jugador sobrenatural. Allen lo tiene todo para catapultar a Buffalo Bills al tan ansiado anillo. Ya ha demostrado que reside en la élite de los mariscales de campo, pero necesita de ayuda, no solo sobre el emparrillado (Beane ya ejerció su papel; Dorsey ha mostrado una mayor variedad en el playbook), sino también fuera de él. Analizando lo que veremos sobre el césped del Highmark Stadium, todo parece indicar que el gran matchup del partido volverá a ser, sin duda, el enfrentamiento entre línea ofensiva de Bills y pass rush de Raiders. La actuación de nuestros tackles (Dawkins y Brown) fue nefasta ante Jets. Dawkins lleva ya muchos partidos mostrando una apatía enorme y una falta de esfuerzo, que está muy lejos del sueldo que percibe. Por su parte, vimos a un Brown que, tras superar sus problemas de espalda, jugó muy alto, con un leverage muy elevado, lo que le hacía presa fácil para los linieros defensivos rivales. El interior, con Morse, McGovern y el rookie Torrence, lució mucho mejor. Teniendo en cuenta la que se nos viene encima, con Maxx Crosby y Chandler Jones como agentes más peligrosos, será necesaria un excelso desempeño de nuestra línea ofensiva. Josh requerirá, más que nunca, de su guardia pretoriana, ante las constantes acometidas del pass rush de Las Vegas. Josh deberá tratar de dominar y controlar sus emociones, haciendo caso omiso de las continuas trampas y tretas que, sin duda, la defensa de Las Vegas propondrá. Hay que recordar los problemas que tiene Josh, entrando al juego, con muchos agentes de trash talking… y Crosby es uno de sus máximos exponentes. Dorsey ya mostró un playbook mucho más variado, realizando tipos de jugadas que el pasado año nos eran ignotas. Además, se evidenció una cadencia de jugadas en las que Josh soltaba el ovoide muy rápido. Todo ello marcado por una preponderancia en el uso del primer nivel de pase, lo que, en algunos drives del partido, nos dio un ataque… Continue reading Previa Las Vegas Raiders @ Buffalo Bills