Introducción.
Esta madrugada, a las 02:15 horas -horario peninsular-, en el MetLife Stadium de la localidad de East Rutherford (New Jersey), viviremos un más que particular partido divisional que medirá a New York Jets frente a Buffalo Bills. Ambos conjuntos arriban al choque en medio de una crisis de resultados, y un triunfo supondría el remedio más productivo para cortar de raíz esta inercia negativa.
New York Jets llega a este duelo de la AFC Este sacudido por el repentino despido de Robert Saleh, y con la entronización -como técnico interino- de Jeff Ulbrich. Veremos si cambia mucho la versión de estos Jets, con la promoción del -hasta ahora- coordinador defensivo. Lo que está claro es que New York Jets necesita este triunfo para reengancharse a la lucha por la división, igualando, a tres victorias, a Buffalo Bills.
Por su parte, Buffalo viaja a New Jersey, tras cosechar sendas derrotas ante Baltimore Ravens y Houston Texans, dejando una pésima imagen en el lado ofensivo del emparrillado. Contra Texans, se reavivaron viejos fantasmas, con inexplicables decisiones, por parte de Sean McDermott, a lo largo y, en especial, al final del partido. El ágil y dinámico ataque de Buffalo Bills, en los tres primeros partidos, se ha convertido en un oasis, en medio del desierto que ha supuesto la ofensiva ante Ravens y Texans. Joe Brady tiene mucho que mejorar y, sobre todo, ha de implicar a sus estiletes aéreos (Kincaid y Coleman). Pero no debemos obviar que Josh Allen no atraviesa su mejor momento de juego, dejando entrever la clásica visión del Allen desdibujado de ciertas fases de la temporada regular.
A pesar de todo, Buffalo encara -más por fallos de los rivales que por bondades propias- este partido con la firme determinación de que si triunfa ante Jets -y la semana que viene frente a Titans-, tendrá, en su bolsillo, media AFC Este.
Bien dice el acervo popular que “a entrenador nuevo, victoria segura”. Por el bien de nuestros amados Bills, esperamos y deseamos que, en esta ocasión, el saber del pueblo no establezca verdades como puños.
Análisis de la ofensiva.
¿Cuál es la verdadera versión del ataque de Buffalo Bills? ¿La ofensiva dinámica, vertical y trepidante que Brady nos ofreció ante Cardinals, Dolphins y Jaguars? O bien, ¿se ha quedado sin playbook y está reciclando la lista de jugadas de su predecesor, convirtiéndose en una chabacana versión llamada “Ken Brady”?
Es imposible que a Brady se le haya olvidado lo que ofreció sobre el emparrillado en los primeros encuentros. Si ante Ravens, Brady estiró el campo en horizontal. Ante Texans, Brady dimensionó la ofensiva desde un punto de vista vertical, recordando al más genuino estilo -incoherente- de Ken Dorsey. Si algo tiene que hacer Joe, es buscar un punto intermedio, involucrar a los mejores hombres por aire (Kincaid y Coleman) y sacar el máximo rédito de ese arma de destrucción masiva llamada Josh Allen.
El hábitat natural de Josh Allen son los playoffs y, en ocasiones, para él, como definió mi querido amigo Andreas Bluhm, “la verdadera temporada es aquello que empieza tras los 17 partidos de liga regular”. Se ve a un Josh sin sangre, sin motivación, una vil caricatura del Josh más genuino. Al memos, esa es la sensación que nos deja tras las derrotas frente a Ravens y Texans. Este mal desempeño es un arma de doble filo, ya que las temporadas son muy cortas y, a veces, varios fallos, en forma de derrota, suponen la eliminación de playoffs. Josh, querido, no siempre vamos a ganar la AFC Este por el nombre.
Necesitamos la mejor versión de Josh. En cierta medida, Joe Brady también es responsable, pero nadie puede ignorar que Josh no está jugando bien. Por tanto, hay que volver a los orígenes, asentar el juego terrestre, involucrar a los efectivos, no centrarse en la jugada larga, mover las cadenas, desquiciar a las defensas y, solo cuando todo eso se consiga, quemar secundarias. Siempre el punto más rápido y directo es la línea recta… y el football es muy sencillo: ganar 10 yardas en 4 intentos. Desde Estampida Bills, estamos seguros que Josh lo sabe.
En este partido, Ulbrich va a lanzar todo para tratar de incomodar y generar mucha presión a Josh. El MetLife Stadium es testigo de algunas de las peores actuaciones de Allen. Y Ulbrich también lo sabe. Así que Josh ha de lanzar rápido el ovoide, buscar pases sencillos, involucrar a los corredores en el juego aéreo y leer la defensa de Jets, usando sus piernas cuando la ocasión lo requiera. La línea ofensiva tiene que mejorar su nivel, tanto en protección de pase como a la hora de abrir huecos para la carrera.
Para el partido, es seria duda James Cook, así que Ray Davis y Ty Johnson han de estar preparados para asumir un incremento de su rol. Lo que está claro es que, tanto si juega Cook como no, los running backs tienen que participar en el juego aéreo, ayudar en los bloqueos y ser diversos a la hora de correr. ¡Brady, no siempre hay que correr por dentro!
Nuestro mejor receptor -utilizado-, Khalil Shakir, también parte como cuestionable antes del inicio del partido y desconocemos si será de la partida. Lo único claro es que Mack Hollins no puede ser el receptor más buscado, obviando a jugadores tan talentosos como Kincaid o Coleman. Además, es preocupante el estado de forma de Curtis Samuel y su uso unidimensional. Lo de Knox es para llamar al presentador de “la nave del misterio”, puesto que cobra mucho, pero ni se le utiliza.
Análisis de la defensiva.
La ofensiva de Jets es una auténtica incógnita, puesto que Nathaniel Hackett ha quedado reducido al puesto de coordinador ofensivo, sin ser el responsable de cantar las jugadas. De facto, bien es conocido quién será el playcaller… Sí, querido lector, este no será otro que el propio Aaron Rodgers.
El gran déficit del ataque de New York Jets es que no está corriendo absolutamente nada. Es incomprensible que una ofensiva terrestre que tiene como teóricos protagonistas a dos jugadores como Breece Hall y el rookie Braelon Allen (y en el banquillo al talentoso Isaiah Davis) sea el peor ataque por tierra de la liga. Por tanto, si Buffalo quiere cortocircuitar este ataque, ha de seguir con esta dinámica: que los Jets no corran nada.
Bobby Babich se está mostrando como un sagaz coordinador defensivo que, aunque inicie mal los partidos y sus planteamientos no sean apropiados, sabe leer las ofensivas rivales, cambiar lo pertinente y conseguir que su defensiva funcione a partir del tercer cuarto, terminando los encuentros rozando la excelencia defensiva. Ante Jets, Babich se va a encontrar un ataque en la UCI… y no hay que dejar que el enfermo se recupere.
Entre Rodgers y Garrett Wilson, a pesar de las recepciones del egresado de la Universidad de Ohio State ante Vikings, las relaciones y la química no es la mejor. Si Garrett acumula yardas, no es por esquema ni preparación, sino por calidad. Hackett infrautiliza a Mike Williams. Y Allen Lazard es muy efectivo en red zone, simplemente, porque conoce a Rodgers a la perfección. Este ataque funciona por oleadas y es totalmente anárquico.
Babich sabe muy bien lo que hacer: conseguir que Rodgers sienta pánico por su integridad física. La línea ofensiva de Jets no vive su mejor momento y este aspecto ha de ser utilizado por nuestro pass rush. Un rush que volverá a no poder contar con Ed Oliver, aunque DeWayne Carter dejó muy buenas sensaciones. Tiene que ser un partido para que Rousseau, Epenesa, Smoot y Solomon se reivindiquen, haciendo que Rodgers viva una noche muy larga.
La pareja de linebackers volverá a ser la compuesta por Terrel Bernard (partidazo el que se marcó ante Houston) y Dorian Williams. Sin temor a decirlo, posiblemente, una de las mejores parejas de linebackers de la liga. Taron Johnson sigue siendo duda, así que Cam Lewis debería seguir siendo nuestro nickel. Bernard, Williams y Lewis han de ayudar a frenar la carrera y prestar especial atención a los movimientos de Garrett Wilson en el primer nivel.
La secundaria debe seguir mejorando sensaciones, especialmente, la pareja de safeties, donde Damar Hamlin y, sobre todo, Cole Bishop han de continuar ganando en confianza. Los cornerbacks han de prestar mucha atención al propio Wilson, así como a Mike Williams y Allen Lazard. Este último tiene una química alucinante con Rodgers, así que Benford, Douglas e Ingram han de tenerlo atado muy en corto.