A DIOS PONGO POR TESTIGO…

GONE WITH THE WIND… En 1939, Victor Fleming y David. O. Selznick legaban a la eternidad una de las joyas más fastuosas y eternas del  séptimo arte. La -siempre huidiza y caprichosa- Reina Mab se presentaría a la narradora Margaret Mitchell, tres años antes, inspirando la prodigiosa obra que Fleming y Selznick llevarían a la gran pantalla. El fruto de este encuentro fue esa inolvidable novela, ese poderoso y cruento reflejo de la Guerra Civil Americana, ese magistral documento que puso de relieve las inmundicias y desastres del vesánico conflicto. Mitchell arrasaba -nunca mejor dicho- el panorama literario con la publicación de Lo que el viento se llevó.  El rodaje no fue nada sencillo. Egos aparte –Selznick esperó dos años para iniciar la grabación, debido a su firme propósito por asegurar la participación del inolvidable Clark Gable como Rhett Butler-, la película presentó problemas casi desde su propia génesis: se entrevistaron a más de 1400 actrices -antes de encontrar a la magnífica Vivian Leigh-, el guión de Sidney Howard sufrió numerosas revisiones, la temática abordada (esclavitud y guerra)… Sin embargo, las críticas del film fueron muy positivas y su popularidad enorme, llegando a recibir diez Premios Óscar y erigiéndose en una de las cintas más legendarias de la cinematografía universal. El clímax de la película y una de las escenas más míticas en la historia del cine tiene como protagonistas a la rebelde Scarlett O’Hara y a su amada “Tara” –la explotación georgiana de algodón familiar-, que había sido devastada por los horrores de la guerra.  La magistral música de Max Steiner nos presenta, mientras rompe el alba en “Tara”, a una denostada Scarlett, hambrienta, que deambula por la otrora frondosa explotación agrícola en busca de sustento. Ve un tubérculo, lo arranca de cuajo y -sin siquiera limpiarlo- no duda en ingerirlo. Scarlett se da cuenta de su deshonrosa acción, de lo que el hambre puede despertar en el ser humano, reniega de su acto y lanza una proclama -entre sollozos-: “A Dios pongo por testigo, a Dios pongo por testigo de que no lograrán aplastarme… Viviré por encima de todo esto y, cuando haya terminado, nunca volveré a saber lo que es hambre. ¡No! Ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que estafar, que ser ladrona o asesinar… A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre”.  Esta escena y, sobre todo, esa mirada, esa indómita mirada de Vivian Leigh, acudió a mi mente e hizo erizar mi piel, la madrugada del pasado -y ya infausto para mi recuerdo- sábado 5 de enero. Esos ojos iracundos, llenos de dolor, de pasión, de ira… de pesar por el deber no cumplido. Ese rostro de firme decisión, de volver en un futuro y revertir lo ya pretérito, era el que despertó en mí la figura de Josh Allen mientras abandonaba, derrotado, el NRG Stadium de Houston.  Sabía bien de sus errores -los propios y los ajenos-, era plenamente consciente de sus limitaciones, de lo bueno y lo malo, había colapsado -lo sabía muy bien… y la gente no tardaría en recordárselo-. La vida no le había regalado nada… absolutamente nada. Pero si algo tenía claro es que volvería, mejoraría y, sí, volvería. Era el abanderado de una ilusión, de un sentimiento, de una afición que solo conocía el sufrimiento. ¡Volvería!  Y ponía “a Dios por testigo”… La desesperación e impotencia de Josh, tras la derrota ante Texans / forbes.com UN GRANJERO LLAMADO JOSHUA ALLEN Joshua Patrick Allen nació el 21 de mayo de 1996 en Firebaugh (California). Esta pequeña localidad agrícola californiana apenas cuenta con 7600 habitantes y tiene los servicios mínimos (escuela, instituto, puesto de bomberos y policía, ayuntamiento…). Aunque si quieres algo de diversión has de tomar la Interestatal 33 y desplazarte unos 30 kilómetros, a Mendota, para encontrar un centro comercial con tiendas, servicios de restauración o cines. Poca gente acude a Firebaugh… ni siquiera los scouters. “No tuve ninguna oferta de nadie… Simplemente los reclutadores no venían a Firebaugh a ver football”, explicó Allen en cierta ocasión.  El pequeño Joshua creció en una explotación agrícola especializada en algodón, melones cantalupos y trigo, de unos 2000 acres -las analogías con Scarlett O’Hara empiezan a sorprender-. Era un chico de granja. Su bisabuelo, un emigrante sueco, se instaló en esa zona de California e hizo fortuna durante la Gran Depresión. Josh siempre tuvo a su padre como ejemplo a seguir. Joel Allen era el continuador de una saga de tres generaciones de granjeros. “Sin duda tuve el mejor modelo en mi padre: un trabajador infatigable, un buen hombre de negocios y un auténtico padre de familia”. Siempre veía levantarse a su progenitor con una sonrisa, a pesar de que tuviera por delante una dura jornada en el campo a más de 40 grados de temperatura. “Cualquier día siempre era especial para mi padre… Esa determinación, esa manera de afrontar la vida, es la que me ha situado en el lugar en el que estoy. Es la que me da fuerza para conseguir cualquier reto”, Allen siempre tiene palabras de admiración y agradecimiento hacia el bueno de Joel.  Joshua creció como un atleta multidisciplinar y competía en todos los deportes que podía, con sus hermanas Nicala y McKenna. Allen disputaba en el instituto football, baloncesto, soccer, béisbol, kárate y natación. Curiosamente, el high school de Firebaugh fue construido en 1970 y sería su abuelo el que donara gran parte de los fondos para su edificación.  A pesar de que Josh destacaba fundamentalmente en football –aunque también era muy bueno en béisbol y baloncesto-, ninguna universidad de la FBS (Division I) le ofreció beca alguna. Varios pudieron ser los motivos de este primera “caída” en la trayectoria profesional de Allen. La primera gran razón, lógicamente, era la propia Firebaugh. A prácticamente nadie le interesaba lo que sucedía en aquella parte del mundo… y menos la evolución de un muchacho que compaginaba varios deportes e incluso prefería la práctica del béisbol o baloncesto. Por ende, no… Continue reading A DIOS PONGO POR TESTIGO…

ME ENCANTA QUE LOS PLANES SALGAN BIEN… DRAFT 2022 BUFFALO BILLS.

«En 1972, un comando compuesto por cuatro de los mejores hombres del ejército americano fueron encarcelados por un delito que no habían cometido: No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy, buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y si los encuentra, quizá pueda contratarlos». De esta manera, se iniciaba la icónica serie de televisión El Equipo A (The A-Team), que fue emitida originalmente por la cadena NBC, desde el 23 de enero de 1983 hasta el 8 de marzo de 1987. Aclamada, imitada y parodiada -a partes iguales-, la serie constituyó un punto de inflexión y un modelo para  muchos jóvenes en la década de los 80s y los 90s.  Los protagonistas de la serie, cuatro ex-soldados que ponen su astucia, fuerza, inteligencia y osadía al servicio altruista y desinteresado del bien, eran el teniente Templeton “Faceman” Peck (“Fénix” en España) (Dirk Benedict), el capitán H. M. “Howling Mad” Murdock (Dwight Schultz), el sargento Bosco Albert “B. A.” Baracus (“M.A.” en España) (Mr. T) y -el líder del grupo- el coronel John “Hannibal” Smith (George Peppard).  El Coronel John Hannibal Smith – carboncostume.com Hannibal tenía una frase -que se convirtió en mito e icono de los años 80- siempre que el grupo salía victorioso de una una de sus múltiples aventuras. “Me encanta que los planes salgan bien”. Y, en un quimérico e imaginario viaje pretérito a la War Room de Buffalo Bills, sin duda, Brandon Beane –General Manager de la franquicia- exclamaría tal sentencia del malogrado George Peppard, tras finalizar el pasado #NFLDraft.  Y, efectivamente, los planes salieron bien, pues las necesidades más acuciantes del equipo fueron subsanadas. Se consiguió el tan ansiado cornerback. Y no un esquinero cualquiera, sino el chico que era el -indiscutible- objetivo número uno, un joven que fascinó al propio Brandon Beane y a Sean McDermott durante sus reuniones en la NFL Combine. Posteriormente, se apostó por un running back, con unas manos excelsas, que -en manos de Dorsey y Allen- puede erigirse en una auténtica arma de destrucción masiva. Se reclutaron dos linebackers de un mismo corte: inteligentes, con magníficas lecturas, rápidos, ágiles… Dos jugadores que pueden convertirse en la mejor baza a la hora de ayudar y complementar a Tremaine Edmunds en aquellos déficits, donde el egresado de la la Universidad de Virginia Tech tiene más problemas. Mucho se ha criticado al hercúleo y ciclópeo linebacker, pero hay que reconocer que ni esquema táctico ni acompañamiento lo han beneficiado. La adición de Bernard y Spector podría catapultar a Tremaine a un nivel impresionante y antes ignoto… Shakir se convierte en esa polivalente y versátil arma, capaz de aniquilar defensas rivales. Araiza, el Dios azteca de los despejes, competirá -con Josh Allen- por el honor de lanzar más lejos el ovoide. Uno, con certeros pases; el otro, con despejes quirúrgicos. Benford y Tenuta son apuestas personales de nuestro particular Hannibal, cuyos frutos se verán con el tiempo.  La icónica imagen del Equipo A – theguardian.com Este es el análisis pormenorizado -desde @BillsMafiaSpain & @EstampidaBills– de nuestras ocho selecciones, así como una fugaz mirada a nuestros agentes libres no seleccionados.  KAIIR ELAM. 1ª Ronda – Pick 23. Florida Gators, 6’2”, 196 libras. Ha arrastrado muchos problemas físicos (lesión de rodilla), por lo que no hemos visto su mejor versión a lo largo de 2021. Llama la atención sus movimientos tan naturales a pesar de su tamaño: posee unas caderas súper fluidas. Aspecto vital en un cornerback. Es mucho mejor en zona que en cobertura al hombre, donde sufre y necesita mejorar. Posee unas beldades físicas y atléticas que le harán mejorar en este aspecto. Confía mucho en su árbol de rutas y debe mejorar esa capacidad de reaccionar ante un hipotético cambio de ruta del receptor. Tiene una capacidad anticipación espectacular, gracias a unos instintos brutales. Buena velocidad para su tamaño. Puede ayudar a la hora de parar la carrera. Nunca se esconde en el juego físico. Lleva a cabo buenas lecturas. Es un arma explosiva en Red Zone y generador de Big Plays. Puede medirse a wide receivers altos y tight ends. No obstante, sus manos son buenas, pero mejorables. Tiene que cometer menos penalizaciones. En campo abierto, le falta algo de velocidad. Su técnica de placaje ha de ser implementada. Su jam, a veces, no es el más efectivo. Kaiir Elam – gatorswire.usatoday.com JAMES COOK. 2ª Ronda – Pick 63. Georgia Bulldogs, 5’11”, 199 libras. Es un corredor que destaca fundamentalmente por su explosividad y una capacidad excelsa de aceleración. Sus manos son simplemente espectaculares, erigiéndose en un arma sensacional desde el backfield o, incluso, desde el slot. Su capacidad de generar yardas en jugadas rotas es simplemente magistral. Además, tiene unos instintos innatos para buscar soluciones y dañar a la defensa rival, tal y como pudo advertirse en el pasado National Championship frente a Alabama. Sus cortes y la manera de correr tienen gran similitud con la de su hermano Dalvin, sin embargo, James pesa unas 15 libras menos. Está construido físicamente como un receptor, así que deberá ganar músculo, pero sin perder esa explosividad de la que hace gala. Con espacios, siempre te va a generar una Big Play. Puede complementarse a la perfección con Devin Singletary, en formaciones de doble running back (Cook desde el slot), tan habituales en los esquemas de Aaron Kromer. Es un chico que apenas está sobrecargado en su estancia en Georgia, puesto que su máximo de acarreos en un partido ha sido doce. Nada que ver con Zack Moss, que llegaba demasiado sobreexpuesto en Utah. James Cook – georgiadogs.com TERREL BERNARD. 3ª Ronda – Pick 89. Baylor Bears, 6’0”, 224 libras. Es el típico patrullero de una 4-3, alineándose como WILL o SAM. Es buen placador, aunque debe mejorar su técnica. Constituye un auténtico baluarte en el juego de carrera. Posee unos instintos brutales, gran capacidad de lecturas pro y post snap, siendo inteligentísimo en su juego. Dave… Continue reading ME ENCANTA QUE LOS PLANES SALGAN BIEN… DRAFT 2022 BUFFALO BILLS.

Sean McDermott, el “Licurgo” de Buffalo Bills.

Licurgo fue el gran legislador espartano que aplicó una serie de reformas y medidas, las cuales transformarían a la polis lacedemonia en la gran potencia mundial de la segunda mitad del siglo VII a.C. Su figura es tan mítica que muchas fuentes recogen ese fabuloso pasaje en el que aseveró, ante la oligarquía espartiata, que las reformas -que él mismo implantó y promulgó- serían aplicadas hasta que él regresara nuevamente a Esparta. Nada más salir de la ciudad lacónica, se quitó su propia vida para asegurar la aplicación perpetua de esas medidas.  Esparta es Licurgo, ambos términos van indisolublemente asociados, crean una perfecta simbiosis. La irrupción y ascenso de la mítica polis espartana no se concibe sin su legendario legislador. Las bases sobre la que Licurgo asentó la génesis misma de este fastuoso territorio se ciernen en torno a tres grandes aspectos: una excelsa educación, el menosprecio de la riqueza (es decir, la supeditación de cualquier aspecto individual al propio bien de la sociedad global) y el profundo amor a la patria.  Son lapidarias sus famosas reflexiones, pues creía firmemente que “lo importante de las leyes no es que sean buenas o malas, sino que sean coherentes. Solo así servirán a su propósito”.  Coherencia, esfuerzo, trabajo, empeño máximo en lo que se hace, férrea disciplina, lucha por mejorar, elogio del conjunto sobre las individualidades, el profundo amor a los colores de una franquicia y, por encima de todo, pasión.  Todas estas características resumen a la perfección al hombre que ha cambiado el devenir de Buffalo Bills. Una persona íntegra, a la que nadie ha regalado nada en su vida. Un entrenador que está llamado a transformar una franquicia acostumbrada a perder -y a resignarse a asumir ese rol- en un equipo arrollador. Un conjunto que tiene un plan preestablecido, que sale a morir en cada partido, y no da por perdida una sola yarda en el emparrillado.  Nuestro líder, la luz que ilumina una pretérita senda llena de vesánicos finales y de tortuosos obstáculos, el eje que vertebra todo y da pleno sentido, nuestro “sargento”, nuestro legislador… Sean McDermott, el “Licurgo” de Buffalo.  Sean McDermott, un hombre hecho a sí mismo – dailycaller.com INICIOS Y PRIMEROS PASOS DEL MITO Sean McDermott nació el 21 de marzo de 1974 en la famosa localidad de Omaha (Nebraska). Estudió en La Salle College High School, donde destacó desde muy pronto en la práctica del football. De hecho, fue elegido All-Southeastern Pennsylvannia como defensive back en 1992. Pero era un atleta multidisciplinar, pues compaginaba la práctica del deporte del ovoide con otra de sus grandes pasiones: la lucha. Incluso llegó a ser campeón nacional de wrestling en 1992 y 1993.  Recibió una beca para cursar los estudios de Economía y Finanzas en el célebre College of William and Mary. Su amor por el football se incrementaría y obtendría pingües reconocimientos: su elección como All-Conference Safety, en 1997, sería su mayor hito. Entre sus compañeros en el equipo del Tribe estaba Mike Tomlin (actual entrenador de Pittsburgh Steelers), que jugaba de receptor y con el que se mediría Sean en más de una ocasión durante los entrenamientos. Conseguiría graduarse con honores, en 1997.  McDermott, un agresivo safety en el Tribe – wm.edu VUELO HACIA LA CIUDAD DEL AMOR FRATERNAL La primera oportunidad en el terreno del profesionalismo se la daban los Eagles. McDermott, pleno de optimismo e ilusión, emprendía el vuelo hacia Philadelphia. La labor que se le encomendó fue la de miembro del staff de scouting. Su desempeño fue tal que, el año siguiente, fue promocionado al cargo de asistente del Head Coach. Un ascenso meteórico.  Su magistral labor no pasaba desapercibida y cada vez era puesto en lugares de mayor responsabilidad. Así, en primer lugar, sería el encargado del control de calidad defensiva y, más tarde, se le encomendaría la misión de ayudar al entrenador de defensive backs. Su primer gran cargo le llegaría en 2003, sustituyendo a Steve Spagnuolo como entrenador de la secundaria eagle. Bajo su mando, sus dos safeties titulares (Brian Dawkins y Michael Lewis) obtendrían honores de Pro Bowl, por vez primera en la historia de la franquicia de Pennsylvania. Dawkins, con McDermott a la cabeza, obtendría dos viajes al Pro Bowl más -2005 y 2006-.  La temporada 2004 tuvo un sabor amargo para el bueno de Sean, pues los Eagles llegarían a la Super Bowl XXXIX, pero perderían 24-21 ante New England Patriots. Su rivalidad con las huestes aleccionadas por el ínclito Bill Belichik comenzaba a forjarse.  Tras la firma de Spagnuolo como Defensive Coordinator de New York Giants, McDermott era designado como preparador del cuerpo de linebackers, aunque el cargo le duró poco, pues Andy Reid confiaba más en él como preparador de la secundaria.  Debido a la grave enfermedad de Jim Johnson -que ocasionaría su fallecimiento poco después-, Sean fue nombrado Coordinador Defensivo Interino. Puesto en el que sería refrendado la temporada siguiente de 2009. Lamentablemente, las aportaciones defensivas esbozadas por McDermott no cuajaron en un equipo en plena decadencia, y sería cesado el 15 de enero de 2011.  Vuelo y descenso a los infiernos con los Eagles – inquirer.com UN RUGIDO EN CHARLOTTE Poco tardaría en encontrar una oportunidad y, el 17 de enero de ese mismo 2011, McDermottt rugía como Coordinador Defensivo de Carolina Panthers. Entre 2012 y 2015, consiguió que su defensa fuera agresiva, férrea y correosa, finalizando durante este trienio en el top 10 de mejores zagas de toda la NFL. Incluso Pro Football Focus lo designó con el galardón de Defensive Coordinator of the Year la temporada 2015.  La perfección defensiva llegó esa inolvidable campaña de 2015 con un nuevo viaje a la Super Bowl. En esta ocasión, la edición 50 frente a Peyton Manning y sus Denver Broncos. El cuerpo defensivo comandado por el natural de Omaha rindió a la perfección, solo concediendo un touchdown ofensivo, pero el ataque colapsó y concedió muchos turnovers. McDermott sufría su segunda caída en el Súper Tazón y Carolina perdía 24-10. Los paralelismos… Continue reading Sean McDermott, el “Licurgo” de Buffalo Bills.

TYLER BASS O EL FIN A LA CONDENA DEL “WIDE RIGHT”.

El 27 de enero de 1991, en la hermosa ciudad de Tampa (Florida), la historia de Buffalo Bills cambió para siempre. A ocho segundos del final del partido, los Bills perdían por un punto (19-20) ante New York Giants en la Super Bowl XXV. El quarterback de Buffalo, Jim Kelly, había hecho su trabajo y liderado un drive que dejaba el ovoide en una posición relativamente adecuada para que Scott Norwood, kicker del equipo, pateara un field goal de 47 yardas, que diera el primer campeonato de NFL al equipo del norte de Nueva York. ☠️ WIDE RIGHT ⚰️ Marv Levy tomó una decisión arriesgada, ya que Norwood, a lo largo de su carrera, solo había anotado 1 de 5 intentos de field goals de más de 40 yardas sobre hierba natural. Además, la patada más larga hecha buena por Norwood había sido de 48 yardas. Los nervios, el rapto emocional en el clímax del encuentro o la simple confianza en el abrigo de la Diosa Fortuna podrían explicar dicha determinación.  Scott sabía que iba a fallar ese field goal. Apenas tenía experiencia en sus lanzamientos sobre césped natural (hay que recordar que la superficie del emparrillado de los Bills era de hierba sintética), no tenía ni la práctica adecuada ni la actitud para afrontar una jugada que cambiaría su vida. Su mirada perdida, su gesto alicaído, sus movimientos corporales hacían presagiar un funesto desenlace.  Llegó el momento decisivo, la vesánica patada… El lanzamiento tenía la distancia suficiente, pero se desvió a la derecha. Al Michaels, locutor de American Broadcasting Company (ABC) -televisión que retransmitió ese Super Bowl XXV- pronunció una lapidaria frase: “No good… wide right”. Una oración que tocaba a muerte para la Bills Mafia, cuatro palabras que hirieron y siguen torturando el imaginario colectivo de la fanaticada bill. Una maldición que se inició ese cruento 27 de enero de 1991, una tortura que continuó con la pérdida consecutiva de otras tres Super Bowls, un martirio que se extiende hasta el día de hoy. El “Wide Right” –o simplemente The Miss para cierto sector de los aficionados de Buffalo- significó el fin de los días profesionales de Scott Norwood y la apertura de una brecha de equipo perdedor que desgarró el seno de Buffalo Bills. Unas declaraciones de Jim Kelly, tras su retiro en 1996, resultan significativas: “Si Scott hubiera anotado ese field goal, Buffalo tendría cuatro títulos. Esa patada cambió nuestra vida, nuestra historia”.  Scott Norwood, tocado y hundido – houstonchronicle.com UN AQUILES LLEGADO DEL SUR El poeta latino Estacio, allá por el siglo I, nos legó en su inacabado poema Aquileida el origen del mito del héroe Aquiles. Su madre, la bella Tetis, intentó hacer a su bebé inmortal. Para ello, sumergió a su hijo recién nacido en el caudaloso río Estigia. Pero la protectora progenitora zambulló a su hijo en la corriente mientras lo sostenía del talón derecho, dejando que esa parte corporal fuera su único punto débil. Paris, el héroe troyano, clavó su flecha en el talón de Aquiles y, por todos, es conocido el fin del semidiós griego.  Buffalo, desde aquel execrable 27 de enero de 1991, tiene su talón de Aquiles particular en la posición de kicker. Un puesto decisivo en todo roster de football, cuya regularidad, confianza y determinación puede cobrar especial dimensión en momentos álgidos de la temporada. A Scott Norwood le siguieron, en la posición, Bjorn Nittmo, Steve Christie, Jake Arians, Mike Hollis, Brandon Coutu, Ryan Lindell, Dan Carpenter y Stephen Hauschka. Ninguno de ellos pudo superar esa maldición del “Wide Right”.  Pero todo cambió el pasado NFL Draft. Brandon Beane volvía a hacer magia y elegía en sexta ronda, con el pick 188 general, a un radiante e imberbe mozalbete nacido en Columbia (South Carolina). Un joven pateador de 23 años que se había labrado la fama en un programa universitario minúsculo -Georgia Southern Eagles-, gracias a su descomunal y potente pierna. En sus tres años como titular en el equipo de Statesboro, Bass consiguió un 78’9% (2017), un 90’5% (2018) y un 71’4% (2019) de sus field goals intentados. Pero lo más sobresaliente de Tyler era su especial tino en lanzamientos con condiciones climatológicas adversas (viento y lluvia extrema). Esas bondades fueron bien anotadas por Brandon Beane, que no dudó ni un instante que Bass era el hombre llamado a cambiar el destino de los equipos especiales de Buffalo.  “En mi vida, he tenido que ganármelo absolutamente todo. Nadie me ha regalo nunca nada. (…) Llegué a las prácticas con esa mentalidad. Tenía muy claro que no era el número uno en el puesto, pero luché infatigablemente por ganarme ese puesto y, sobre todo, ganar el respeto de mis entrenadores y mis compañeros”. Estas palabras dejan muy patente el carácter competitivo, el afán de superación, el esfuerzo y la profesionalidad de Tyler Bass. Durante el noveno día del training camp, las prácticas de equipos especiales se iniciaron en el Bills Stadium. Hauschka anotó solamente dos patadas… dos extra points. Por su parte, Bass no solo hizo buenos los puntos extras que intentó, sino que anotó dos de tres field goals (41 y 43 yardas, fallando un intento de 55 yardas). Buffalo Bills ya tenía nuevo chico en la oficina. El kicker destinado a cambiar el fatum y a vencer a una maldición. Tyler comenzó su carrera deportiva en el soccer, siendo el encargado de lanzar todas las faltas -aspecto que, sin duda, estaría íntimamente relacionado con su técnica actual-. Sin embargo, su abuela, Rebecca Lusk, convenció a su nieto de que su futuro profesional estaba en el football. Rebecca era incondicional y acudía a todos sus partidos en high school y college, a pesar de que la señora Lusk tuvo que combatir durante años contra esa lacra llamada cáncer. La constancia, el ímpetu y el aliento de su abuela están indisolublemente unidos a la carrera de Bass. De hecho, siempre que Tyler iba a visitar a su abuela a South Carolina, la cita concluía con un… Continue reading TYLER BASS O EL FIN A LA CONDENA DEL “WIDE RIGHT”.